La última vez que utilicé una cámara de carrete fue alrededor del año 2006. Para mi, y para muchos otros fotógrafos, la fotografía digital había borrado por completo muchos años de química.
Hace unos meses, la Agrupació fotogràfica d’Arenys de Mar nos propuso a los socios un proyecto que requería obtener copias en gran formato. Dos metros y medio de fotografía iba mucho más allá de lo que me podía ofrecer el ya veterano sensor de 10 megapíxeles de mi cámara, así que me fue necesario buscar alternativas.
La primera opción, y seguramente la más fácil, era hacer un mosaico de varias fotos. Fácil, pero si se quiere hacer bien, requiere de una serie de técnicas y material para corregir el paralaje y mucho de laboratorio digital. He de reconocer que me daba un poco de pereza.
La otra opción era la fotografía de medio formato. Uno de los modernos equipos de Phase One o Hasseblad hubiese ido como anillo al dedo, pero estaban fuera del alcance de un aficionado como yo, que no obtiene ningún ingreso de sus fotos.
La solución la tenia en la familia. Mi tío, fotógrafo retirado, conservaba su cámara lista para la acción, como el primer día.
Y así es como empecé a hacer fotos con una Rolleiflex K7F del año 1961.
La K7F es una cámara TLR equipada con un objetivo Carl Zeiss Planar f2.8 y un fotómetro integrado de selenio. Una pequeña maravilla para su tiempo y todo un objeto de colección hoy en día.
La sensación de retornar al carrete fotográfico ha estado magnífica. Parece mentira la rapidez con la que nos habituamos a las novedades y como olvidamos el pasado reciente. Con la Rollei pierdes la inmediatez y la velocidad de las cámaras digitales, pero recuperas construir una fotografía a fuego lento, sabiendo que sólo hay doce oportunidades en el carrete y que fallar una significa tiempo y dinero.
Ha estado una experiencia magnífica que intentaré repetir a menudo. Tanto por el puro placer que me proporciona ver el mundo a través del inmenso visor de la Rollei, como por las horas que he disfrutado hablando con la gente que me veía haciendo fotos y se detenía a preguntar por la cámara o a contarme sus recuerdos fotográficos, como por la calma que me transmite el casi imperceptible ruido de su obturador, viejo pero en plena forma.
Mi primera foto con la Rollei:
Esta foto pertenece al álbum Formato medio