Desde su traslado al nuevo emplazamiento, no había estado en los encants vells. Tenía la impresión que el edificio de Fermín Vázquez, que visto desde la lejanía se muestra moderno y espectacular, no encajaba con el tradicional mercado, y que por fuerza se habría desvirtuado su esencia.
Cuando finalmente he tenido la ocasión de acercarme, me he percatado de mi error. No entiendo de arquitectura, así que no puedo decir si es la concepción del edificio o bien la propia inercia de siglos de paradistas y clientes, pero pude captar el viejo mercado de siempre. El entorno es más cómodo, hay cosas nuevas y otras que han desaparecido: el mercado se transforma con el paso del tiempo, se adapta podríamos decir. Pero la esencia es la misma de siempre.
Salí del mercado sonriendo.
Esta foto pertenece al álbum Social